Un tornado sin precedentes golpeó el sur de Brasil dejando seis muertos, unos 750 heridos y un desaparecido. El fenómeno, con vientos de más de 250 kilómetros por hora, arrasó la ciudad de Río Bonito de Iguaçu, en el estado de Paraná.
El desastre natural ocurrió mientras la Amazonia acoge la cumbre climática de Naciones Unidas (COP30), en la que líderes de todo el mundo debaten cómo frenar el calentamiento global. La coincidencia subraya la urgencia del cambio climático que afecta con fuerza al país.
El gobernador Ratinho Júnior declaró el estado de catástrofe. Estimó que 10.000 de los 14.000 habitantes del municipio resultaron afectados. “En los últimos 40 años no habíamos visto un tornado con esa fuerza”, señaló.
El Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva movilizó equipos de rescate y envió ayuda humanitaria. La tempestad también golpeó Río de Janeiro y São Paulo, donde causó la caída de árboles y cortes de energía.
En los últimos años, Brasil ha sufrido una sucesión de eventos extremos: inundaciones en Río Grande do Sul que dejaron más de 200 muertos en 2024 y una sequía histórica en la Amazonia que mató a cientos de delfines.
El tornado de Paraná se suma a la lista de advertencias que la naturaleza lanza al mundo mientras se discuten compromisos climáticos que aún parecen insuficientes.
